Extraña sorpresa

Fue un capricho del destino. O no. Pero allí estaba, paseando por la acera contraria. Llevaba puesto un abrigo rojo rematado con una boina negra de medio lado que se retocaba usando el cristal de un escaparate como espejo. Tan esbelta y elegante como la recordaba. Por un instante, cerré los ojos y me acerqué a su cuello para oler su perfume, seguro como estaba de que no suprimí aquel recuerdo de mi memoria. Continuó andando y entró en una farmacia. Me acerqué deprisa para no ser visto y comprobé cómo extendía sobre el mostrador unas recetas. Luego, mientras la farmacéutica entraba al almacén a buscar la medicación, ella paseaba parsimoniosa ante los perfumes y geles de baño. Finalmente abrió el bolso y se dispuso a pagar. Yo volví raudo a mi acera asegurándome de no ser visto.

Continuó caminando hasta la cafetería “Alhambra”, donde tantas veces quedamos para desayunar. Recordé aquella última vez y aquel desencuentro inesperado que nunca comprendí del todo. Se sentó en la barra. «Pedirá un zumo de naranja, café con leche y tostadas –me dije.»  Todo un clásico que no cambió ni un solo día. En casa, cada mañana exprimí para ella las naranjas e hice el café y las tostadas, añadiendo que le daba un toque especial del que ella carecía.

Dudé si acercarme y me deprimí por momentos. Después pensé que habían pasado varios años. Que cada uno había rehecho su vida, aunque ahora al verla algunas emociones se habían desperezado dentro de mí. Me rondaba la cabeza la idea de pararme ante ella, saludarla e invitarla a otro café para charlar un rato. Al fin y al cabo compartíamos recuerdos y conocidos comunes con quienes habíamos mantenido amistad aunque cada uno por su lado. «No creo que le importe. Igual hasta se alegra de verme tanto como yo -pensé». Aquella fuerte discusión había quedado atrás. Estaba seguro de habernos perdonado. El tiempo tiene la capacidad de poner todo en su sitio, limar asperezas, cribar, moderar y minimizar los hechos. Y todo eso era una realidad porque quince años no pasan en balde para nadie. Nuestras vidas de ahora nada tenían que ver con las de antes salvo pequeños detalles o manías que se resisten al paso del tiempo y se incorporan definitivamente a nuestra identidad. «Sí, voy a cruzar. Me pararé delante de ella y le diré simplemente “hola” en buen tono. Seguro que me reconoce enseguida como yo a ella incluso de espalda, porque su silueta es inconfundible para mí».

Rápido y decidido primero aceleré el paso para adelantarla en paralelo. Luego me crucé y anduve en dirección contraria para toparme de frente y una vez la tuve delante dije sonriendo:

−¡Hola Amanda!

Ella se paró en seco. Parecía dudar e insistí:

−Soy yo, Mateo, ¿no me reconoces?

La mujer me miró con extrañeza y mientras se levantaba las gafas de sol, frunció el ceño y contestó categórica:

−No sé quién cree que soy, pero no me llamo Amanda ni le conozco. Creo que me confunde. Buenos días.

Decepcionado y absorto me di la vuelta para tropezarme cara a cara con el rostro de una desconocida -un tanto extravagante- que sin dudarlo se dirigió a mí diciendo:

−Pero Mateo, Mateito ¿Qué haces tú por aquí? ¿No me reconoces? Soy yo, Amanda ¿no te acuerdas?

©lady_p

Participación en «Relatos Jueveros» esta vez desde el Blog de Mag y los ‘acertijos’ de las palabras capricho, deprisa, suprimí, deprimí y exprimí.

¡Si te gusta vota o comenta!

20 comentarios sobre “Extraña sorpresa

  1. Hola, Lady.
    Un relato curioso y misterioso.
    Él tenía una imagen en su cabeza que le hacía creer que el tiempo no pasa y los recuerdos se mantienen intactos. Se dio de bruces con la realidad.
    ¿Se llegaría a tomar el cafetito con la verdadera Amanda?
    Tal vez, como dijo aquel, no podemos fiarnos ni de nuestros recuerdos, demasiadas veces los vamos modificando.
    Muy buen relato con magnífico giro final. Enhorabuena.
    Un Abrazo.

    Le gusta a 1 persona

  2. «…capricho del destino…», hemos empleado la misma expresión, tal vez porque eso evoqué un nombre y un momento.
    Su recuerdo le había trastocado la cara de la realidad. Sumergido en sus ensoñaciones, en la nostalgia de aquellos momentos vividos… había dejado pasar a su lado la verdad. El tiempo nos trata no siempre de manera justa y nosotros tampoco le damos la oportunidad.
    Un relato con ese final que, para Mateo, es una bofetada de realidad.
    Millones de gracias por sumarte a la convocatoria, Sibila.
    Un beso enorme.

    Le gusta a 1 persona

  3. Ay! pobre Mateo. En su imaginario ideal la recordaba joven, sexy y bonita y después de armarse de valor para hablarle, resulta que no era ella. A la autentica, sin duda muy cambiada, no la reconoció.
    Que pena, ¿no? Aunque quiero pensar que siguieron hablando y se pusieron al dia.

    Me gusta

  4. Hola Lady, el tiempo no pasa en vano y el protagonista de tu relato se ha dado cuenta de eso pero de manera fulminante. Quizá él mismo tampoco es consciente del paso del tiempo en su propio cuerpo y espera que los demás sigan igual… Buen relato.
    Un abrazo. 🙂

    Le gusta a 1 persona

  5. Sibila, hola buenos días.
    Te dejo aquí el comentario de Gabiliante sobre tu relato. Ya sabes que muchos participantes no pueden leerte al no tener perfil en esta plataforma.
    ¿Tienes alguna opción de que se pueda ampliar la posibilidad de comentar en la configuración? Yo, aquí, solo tengo el perfil creado. Desconozco cómo funciona en sí la plataforma.

    Comentario de Gabi: Emocionante historia, de verdad. Aunque un encuentro casual tampoco es un evento extraordinario, le has dado un tono muy emocionante. No llegaba el final…
    pero yo diría que mateo era un perseguidor perseguido. Amanda llevaba un rato, siguiéndolo, absorta sin duda por el extraño comportamiento de Mateo, pero aun así lo aborda.
    Hay que fijarse en la forma de andar. Eso no cambia aunque cambie la figura. Los miopes somos buenos en eso.
    abrazooi

    Ve pasándote por la entrada por si alguien dejará algún comentario para ti. De momento, no tengo más.

    Un beso enorme y mil gracias 🙂

    Me gusta

    1. Muchísimas gracias Mag! Es una pena que Blogger y WordPress no sean compatible. Preguntaré al Sr. Google a ver si hay alguna solución.
      Mi respuesta para Gabi:

      Muchas gracias Gabi, me alegra que te haya gustado. A mi me pasa a veces que olvido el paso del tiempo, porque llega un momento en que tu imagen de fuera y de dentro no encajan. Así es la vida…Un abrazo!

      Me gusta

Deja un comentario