La tesis

Para la convocatoria de este mes de abril en ENTC, tenemos la palabra SCHADENFREUDE, que viene a significar “alegría por el mal ajeno”. Esbozando esta idea se escribirá un relato que contenga 200 palabras como máximo.

Después de acabar la carrera, el máster y tres años de investigación, llegó el día de la lectura de la tesis. Emma estaba que no cabía en sí. Satisfecha, feliz de haber llegado al último trámite del doctorado. Como amiga invitada me acomodé en un asiento del Salón de Grados con el resto de invitados. Desde aquel sitio imaginaba que titubeaba, que se quedaba en blanco, que no encontraba la respuesta y hacía el ridículo…

Entró el tribunal y se colocó en su sitio. Luego, tras las previas presentaciones, comenzó el acto. Crucé los dedos para que algunas de mis fantasías se hicieran realidad. Y llegó su turno: Emma hizo una defensa brillante.

De repente, el miembro de mayor edad dejó de entornar los ojos y preguntó con la intención de ponerla en un apuro, al tiempo que yo esbozaba una leve sonrisa. Pero entonces el profesor más joven interrumpió recordando que esa cuestión no formaba parte del debate:  al parecer se había equivocado de tesis…

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Miradas

Para la convocatoria de este mes en ENTC tenemos la palabra MAMIHLAPINATAPAI, palabra que proviene de la lengua hablada por los yaganes de la Patagonia. Dicho término describe ‘una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar’

Sentados en la consulta, esperábamos nerviosos el diagnóstico. Ya nos temíamos lo peor, aunque intentábamos mantener la esperanza. El doctor se sentó frente a nosotros, nos miró fijamente y nos explicó con voz grave la enfermedad, su tratamiento y los cuidados requeridos. Enseguida nuestras manos se buscaron bajo la mesa. Las estrechamos y entrelazamos. Ambos adivinamos una necesidad imperiosa de sentir piel con piel. Estábamos en un verdadero aprieto pues la cosa revestía la máxima gravedad.

Por unos segundos casi esbozo una sonrisa al evocar aquellos instantes felices compartidos a lo largo y ancho de toda una vida en su compañía. Nuestra complicidad era tal que me bastaba mirarlo a los ojos para saber cómo estaba o qué pensaba. Y entonces sucedió. Nos miramos porque queríamos saber cuánto nos quedaba, pero ninguno preguntó. Nos bastó unir y apretar las manos y dejar que el silencio nos empapara a todos. Nos miramos sí, nos miramos y lo supimos. Y eso fue todo.

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La arruga es bella

Cuando me miraba al espejo llamaba mi atención aquella arruga en el entrecejo cada vez más pronunciada y profunda como un surco sobre tierra seca. No obstante, decidí acudir a la cita y mostrar mi rostro sin complejos ni engaños.

A pesar de mi escaso fondo de armario, conservaba aquel vestido rojo ajustado y sexi que seguro llamaría la atención de mi pretendido. Completé el atuendo con unos tacones altos y un bolso.

Cuando llegué al restaurante, él me miró con asombro y balbuceando exclamó:

−Estoy sorprendido. ¡Tú belleza es mayor aún que en la foto!

Ella sonrió picarona y contestó:

−Siento que una arruga la estropee…

−La arruga es bella querida –contestó él−. Y una sola no desmejora lo más mínimo semejante vestido.

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Participación en ENTC. Comenzamos el año con la palabra KALOPSIA como reto: la visión de las cosas mejor de lo que son.

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La última tentación

El sacerdote entró agitado y jadeante en su habitación. Se desabrochó cada uno de los botones de la sotana y la colgó de una percha. Luego, se quitó el alzacuello y lo depositó encima de la cómoda. No podía respirar. Se abrió un poco la camisa y tomó un sorbo de aire. A continuación cogió su breviario de la mesita de noche y rezó, esta vez con un hilo de voz, desconsolado…

Hacía tiempo que su fe se había quebrado y debilitado.  Retaba a Dios para que le hiciera una señal, una sola, que le afianzara en el camino elegido. Pero parecía que Dios no le había oído, o peor aún, que le había abandonado.

Preso de pasiones y deseos inconfesables, rogaba al Altísimo misericordia y suplicaba perdón. Ayunaba, se fustigaba, oraba, imploraba con lágrimas en los ojos, prometiéndose que esa sería la última tentación. Se lo juraba a sí mismo en vano una y otra vez.

Finalmente, cansado, frustrado y sin fuerzas, renegó e interpeló así a Dios: «Hagamos un trato. Tú no volverás a meterte jamás en mi vida y yo a cambio no le diré a nadie que tu no existes».

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Participación en ENTC, esta vez de la mano de Pauto: ‘Se acabó la función’

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Tu recuerdo inapelable

Aquella fue nuestra última noche. La butaca pegada al borde de tu cama, y bajo las sábanas, las yemas de mis dedos rozando las tuyas. No quería avergonzarte hijo. Ya sé que disimulabas y hacías como  si te molestaran mis muestras de cariño, tal vez exageradas a veces. Pero  me quedaba muy poco tiempo junto a ti. A pesar de luchar con todas tus fuerzas, la dama de negro te había visitado varias veces,  te hacía guiños, y aunque que tú querías escapar, ya estabas sentenciado. Tú respiración se pausaba, se detenía. Apenas sin aliento me llamaste para balbucear palabras que no comprendí. Me acerqué a tu oído para dejarte ir en paz con todo mi amor por compañía…Y te marchaste aquella mañana de febrero, gris, aunque tibia y soleada. Fría, aunque cálida y dulce.

Y te dejamos en la orilla de la playa convertido en centinela, en el guardián que custodia aquellos mares. Tierra a la tierra, polvo al polvo. Y allí estás hijo, allí vives porque aunque te fuiste te quedaste. Aunque te marchaste volviste. Aunque no pueda verte te tengo y te retengo como una melodía en mí memoria.

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Participación en ENTC de la mano de Horacio: «No moriré del todo».