Me acuerdo…

Imagen: Internet

Me acuerdo que cuando era pequeña un hombre pobre venía a casa pidiendo limosna día sí y día no. Le llamaban ‘Porvenir’, nunca supe por qué, y todo el barrio lo conocía. Era bajito y menudo, de tez oscura y barba de tres días. En invierno siempre llevaba una gabardina llena de manchas, ceñida con un cinturón de cuero y una boina calada hasta las cejas. Recuerdo que su presencia despertaba en mí cierta inquietud.

Cuando abría la puerta enseguida me escondía detrás de mi madre mientras ella le preguntaba cómo estaba. Él repetía en voz baja que bien, asintiendo, moviendo la cabeza de arriba abajo muchas veces seguidas. Después mi madre entraba hasta la cocina conmigo pegada detrás. Cogía el monedero y me daba una moneda que yo dejaba recelosa en su mano sucia, con las uñas negras. Luego, nada más se había ido, ella me decía: «Lávate enseguida las manos. Que la caridad no está reñida con la limpieza».

Es curioso porque ahora que echo la vista atrás y recuerdo este episodio, me doy cuenta de que en realidad la escena acontece en mi antigua casa. Mi madre no es mi madre sino que soy yo y aquella niña es en realidad mi hijo Carlos. Llaman a la puerta y abre: no es ‘Porvenir’, sino un hombre que vende Mostachones de Utrera y otros dulces. Y mi hijo que era muy compasivo y goloso me dice:

−Anda mamá cómprale algo…Ya que ha venido hasta aquí…

Y es que muchas historias de mi infancia las he revivido después con mis hijos. La vida es una larga cadena conformada por sucesivos eslabones. Este es uno de ellos.

©lady_p

Si te gusta vota o comenta!

3 comentarios sobre “Me acuerdo…

Deja un comentario