El jubilado

Hace ya algunos años que Plácido se jubiló para poder cuidar de Jacinta, su mujer. Por entonces ella estaba delicada y su enfermedad requería una vida tranquila y reposada. Pero a pesar de haber trabajado desde los dieciséis años, la pensión que le correspondió era tan exigua que apenas le llega para pagar el alquiler y poder comer. Las cuentas no le salen y él ya no sabe cómo aumentar los ingresos. Así que busca trabajos compatibles con su actual situación.

Primero se hizo representante de seguros, pero no alcanzaba la cuota de ventas y tuvo que dejarlo. Luego se dedicó al buzoneo de propaganda, pero tenía que andar demasiado porque carecía de vehículo propio. Probó un tiempo de ayudante en una barbería, barriendo. Pero eran muchas horas y no podía dejar tanto tiempo sola a Jacinta. Se arriesgó a vender ropa a domicilio, pero el margen era tan pequeño que no le compensaba. Y así, trabajo tras trabajo, Plácido se desesperaba contemplando cómo menguaban los pocos ahorros que tenía guardados.

Un día vio un anuncio de un circo que llegaba a la ciudad. Se necesitaba gente para disfrazarse y salir en una cabalgata anunciando el espectáculo. No se lo pensó dos veces. Tenía que conseguir un extra para sorprender a su mujer. Pero cuando llegó solo quedaba un disfraz de Minnie que aceptó sin remilgos.

Camino de vuelta, hizo una parada, y descabezado de aquel disfraz, fumó sin reparos un cigarrillo en plena calle mientras pensaba: «Mañana llevaré a Jacinta al cine».

©lady_p 

Participación en el reto “El viernes creativo: He visto fumar a Minnie” por iniciativa del Blog ‘El bic naranja. Escribe fino’.       

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