Se levantó la solapa del abrigo y caminó pletórico por la ilusión de aquella cita. Cruzó la calle. Mientras avanzaba observó una amapola en los bordes desbrozados de la acera. Pensó en los años transcurridos desde la primera vez. Soñó con aquel viaje entonces imposible. Miró al cielo para contemplar la luna insinuada al atardecer y por fin, cuando casi había llegado al lugar acordado, la vio marchar sobre sus pasos. Pensó retroceder pero la llamó dos veces: «¡Amanda! ¡Amanda!» Ella se volvió y ambos descubrieron en sus rostros la memoria inexorable y cruel del paso del tiempo.
Microrrelato,”Fundación Cinco Palabras” este mes de octubre: solapa, ilusión, amapola, viaje y luna.
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Hola, Lady.
Una acertada decisión. Si hubiera vuelto sus pasos, y evitado el encuentro, siempre le habría quedado la duda y la tristeza por no haberse atrevido.
Estoy seguro de que esa complicidad en las huellas que dejó el tiempo los unió para afrontar el futuro.
Una jartá de belleza y emotividad en tan pocas palabras. Felicidades.
Un Abrazo.
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Que bonito. Si es que el tiempo es inexorable. Un abrazo
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Me encantó. Un abrazo
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