La pesadilla

Desde el Blog de Nuria, esta semana en Relatos Jueveros nos invitan a escribir sobre ‘el miedo’ en cualquiera de sus modos y formas.  

Cuando era pequeña veía una serie de TV en la que un hombre viajaba a través del tiempo. Entonces ya consideré que sería un viaje interesante y que si alguna vez se me presentaba la ocasión, viajaría a tiempos de la Revolución Francesa. Como comprenderán nunca se dio esa posibilidad, y de poder hacerlo, hoy por hoy no elegiría ese episodio de la historia.

El caso es que hace unos días estaba leyendo y me quedé dormida. De repente desperté entre una muchedumbre de gente miserable que gritaba ¡Liberté, égalité, fraternité! Comprobé que estaba en medio de una gran plaza en el centro de la cual habían montado un cadalso y sobre él una impresionante guillotina bajo la cual las cabezas rodaban sin cesar. Los reos gritaban desconsolados. Algunos eran arrastrados y obligados a poner la cabeza bajo la cuchilla que subía y bajaba sin cesar. Me arrepentí de no haber estudiado francés porque apenas entendía lo que gritaban.

Quise escabullirme, huir lejos de aquel gentío desaforado, histérico y sediento de sangre. Me abrí hueco entre gente maloliente y sudorosa hasta llegar a un callejón donde los carros de madera hacían cola con gente bien vestida dentro: «serán miembros de la nobleza» me dije. Y cuando estaba a punto de doblar la esquina y desaparecer de aquel escenario, dos soldados me cogieron y me arrastraron hasta uno de los carros. Yo gritaba que no era como ellos, pero no me entendían. Me empujaron y ataron las manos y me colocaron una especie de etiqueta en la muñeca. Soldados a caballo y con peluca nos custodiaron hasta que llegamos al patíbulo. Cerré los ojos porque no quería contemplar aquel espectáculo macabro. Llegó mi turno. Me cogieron por debajo de las axilas hasta poner mi cuello en un hueco de madera. No podía moverme. Pensaba que me despertaría en cualquier momento. Escuché como chirriaba la cuchilla mientras se elevaba poco a poco y de repente todo se volvió oscuridad. Me dolía la cabeza y comencé a gritar «no, no por favores esto un error».

Un instante después, mi padre me zarandeó y desperté. Cuando abrí los ojos tragué saliva y me llevé las manos al cuello. Entonces  vi la etiqueta que colgaba de mi muñeca con el dibujo de una guillotina… Y un sudor frio me recorrió el cuerpo…

®lady_p  

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15 comentarios sobre “La pesadilla

  1. Hola Lady, qué aterrador. Si ya en si la pesadilla en la que ves como guillotinan a los presos uno tras otro, intentas escapar, te agarran y te ponen una pulsera y te llevan al patíbulo tuvo que ser de un miedo indescriptible, cuando te ponen en la quillotina, la sensación de ver que inevitablemente vas a morir es terrible; imagino que al despertar y ver la pulsera en tu muñeca es aún más aterrador. ¿Cómo podrás volver a dormir?

    Desde luego objetivo cumplido. El miedo se palpa en todo el texto. Me encantó.

    Un abrazo

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  2. ¡¡Madre mía!! Qué agobio. A puntito ha estado la protagonista…
    Escuchar esa guillotina subiendo y con la cabeza colocada ya en la madera tiene que ser espeluznante…
    Menos mal que era un sueño… pero esa etiqueta de la muñeca… ;-S
    Genial relato.
    Abrazo grande

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