Recuerdo que cuando era pequeña mi padre me llevó a ver un espectáculo de funambulismo. Un hombre caminaba sobre una cuerda de acero, portando una enorme barra o pértiga, atravesaba en diagonal la Plaza principal de la ciudad. Fue un espectáculo emocionante. Y lo hizo sin medidas de seguridad, con un riesgo tremendo y una expectación que congelaba el aire.
Aquel día se paralizaron las actividades en la plaza frente al Ayuntamiento. Un par de enormes camiones quedaron aparcados al pie de la escalinata: “Acrobacia y funambulismo Pepe Carroll”. Un par de chavales vestidos con un mono verde y el nombre de Pepe Carrol bordado en la espalda, repartían octavillas de papel verde, amarillo y naranja, escrito con letras negras, anunciando el evento que tendría lugar aquella misma noche: “Gran espectáculo de funambulismo. Pepe Carroll desafiará el peligro caminando sobre la cuerda floja. Esta noche a las 21.00 h. en la Plaza principal”.
Mientras tanto, un par de camiones grandes se abrieron por detrás y un grupo formado por seis u ocho hombres, comenzó a desplegar una gran actividad. Enseguida una multitud de curiosos dispuestos a observar el montaje, los rodeó. Todos miraban hacia arriba, haciendo visera con las manos, dirigiendo la mirada hacia el extremo más alto de la cornisa del edificio, donde se supone, quedaría anclado uno de los extremos del cable mientras en el otro vértice de la diagonal, en la almena de una azotea, se hacía lo propio con el extremo opuesto. La operación tardó aproximadamente unas dos hora. Para entonces varios hombres, colocados en ambos puntos, unieron fuerzas, tiraron y tensaron a la vez, hasta el que cable quedó suspendido atravesando la plaza por su diagonal. El resto del día la gente pasaba por debajo y miraba hacia arriba, calibrando la altura y comentando el peligro que suponía.
A la hora convenida la plaza estaba a rebosar. Todos esperaban impacientes e incrédulos hasta que apareció Pepe Carroll saludando a los espectadores. Iba vestido con unos pantalones negros muy estrechos y una camiseta blanca de tirantes pegada al cuerpo, marcando unos pectorales muy prominentes y el pelo estirado hacia atrás. Aún en el suelo pegaba saltitos, se ponía en cuclillas, estiraba los brazos y la espalda, ejercitaba los dedos de los pies. Después se calzó con una especie de botines que se ajustaban como una segunda piel. Saludó de nuevo y entró en el edificio. A continuación lo vimos salir por una ventana y ponerse de pie en una pequeña plataforma colocada en la cornisa. Luego pisó muy despacio el cable moviendo la planta hacia los lados hasta queda recto con un pie delante de otro. Así se mantuvo unos segundos, luego dio uno o dos pasos con los brazos en cruz, se quedó quieto y esperó a que dejaran caer sobre sus manos una enorme pértiga que asió con fuerza y entonces comenzó su andadura…
Mi padre y yo habíamos conseguido colocarnos por uno de los laterales, de manera que un trozo cable pasaba sobre nuestras cabezas. Yo apretaba su mano y las mandíbulas. Se hizo el silencio. Todos conteníamos la respiración. Casi a mitad del recorrido el acróbata sufrió un traspiés. ¡Ahhh! Gritamos todos a la vez. Yo me tapé la cara con ambas manos, hasta que sonó un aplauso de ánimo. Apenas se le podía ver el rostro, aunque yo lo vi cuando pasó por encima de nosotros, con una mueca como de dolor y la mirada fija. Avanzaba despacio, asegurando cada paso, hasta que consiguió llegar al final y entonces en la plaza se oyó un enorme suspiro de alivio y estalló un aplauso muy largo. Luego el hombre se dio la vuelta y retornó con idéntica emoción, al punto de partida.
El espectáculo concluyó cuando el funambulista descendió hasta los soportales del edificio y dando volteretas saludó y se despidió del público entre ovaciones, aplausos y vítores.
Luego la plaza se fue despejando poco a poco y acabamos en los bares de alrededor comiendo y comentando los momentos de peligro y la emoción contenida ante semejante espectáculo.
Aquella noche no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos veía la figura de Pepe Carrol, con la pértiga, caminando despacio por el cable y su cara con una mueca de dolor y la mirada fija…
©lady_p
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