Amanda

Cuando el forense nos dio la noticia una oleada de emociones revolotearon como mariposas en busca de libertad y dos lágrimas se deslizaron por mis mejillas sin que nada pudiera hacer para retenerlas.  

Habían pasado varias semanas desde el trágico suceso. Aquel día fui al apartamento de Amanda para cenar juntas como cada jueves. Ese era nuestro día y ese fue el trato acordado al terminar en la universidad: vernos un día a la semana  para no perder el contacto.  Cenábamos, hablábamos, jugábamos una partida al scrabble, y a veces hasta brindábamos con cava por la vida y el futuro. Pero aquella tarde, cuando llegué, Amanda no abría la puerta. Así que esperé en el rellano, sentada en las escaleras. Esperé una hora completa durante la cual la llamé cuatro veces y le escribí unos cuantos whatsapps. Pasada la hora, preocupada, decidí usar la llave que me había dado cuando alquiló el piso. Abrí con cierto sigilo. El salón olía como si un botafumeiro cargado de incienso lo hubiera sobrevolado. Era el aroma favorito de Amanda. Pronuncié su nombre varias veces en voz alta. No contestó. Sin saber por qué me dirigí directamente al dormitorio. Caminé despacio por el pasillo, con el corazón latiéndome a cien. Giré a la derecha y allí estaba, aparentemente dormida en su cama. Me acerqué y le toqué la frente mientras susurraba su nombre. Estaba fría. La volví a llamar: ¡Amanda! ¡Amanda! Pero no despertó…

A partir de aquí todo está algo confuso. Recuerdo que llamé a sus padres y que llegaron más tarde con la policía. Yo estaba sentada en el borde de la cama agarrando su mano. No podía creer que hubiera muerto. Me sacaron de allí. Me preguntaron. Contesté a todas las preguntas y me quedé en el salón. El forense dictaminó, a tenor de las  manchas moradas o livor mortis, muerte por infarto agudo de miocardio. El diagnóstico debía ser ratificado tras la realización de la autopsia.

Un mes y pico después sus padres me dijeron que los acompañara al Instituto Anatómico Forense para recoger los resultados de la autopsia.  Cuando llegamos nos pasaron a una sala. El médico reveló la causa del fallecimiento: muerte súbita por infarto de miocardio provocado por una ingesta masiva de haloperidol. Entonces, en ese preciso momento lo supimos: No fue una muerte natural. Amanda, mi mejor amiga, se había suicidado. Y entonces dos lágrimas rodaron por mis mejillas y mil preguntas sonaron en mi interior sin que ninguna tuviera respuesta…  

©lady_p

Participación en “Relatos Jueveros” desde el Blog de ‘La Trastienda del Pecado’ a partir de las cuatros adivinanzas propuestas por Mag.

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16 comentarios sobre “Amanda

  1. Un relato que te deja un sabor amargo, y más cuando te enteras de que no, fue natural, sino un acto de suicidio. Las preguntas se amontonan y hasta la culpa te abrasa.
    Te dejo mis felicitaciones y un precioso comienzo de año. Besos.

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  2. Parece un suicidio sin pistas. Ese medicamento es para bastante enfermo, y nadie lo sabía.
    Co.padezco sobretodo a los padres y el consabido » ¿ qué hemos hecho mal? , y a la protagonista con el «¿ como no me di cuenta?.
    Muy bueno el estilo policial y la descripción del descubrimiento.
    Abrazooo y feliz Año

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  3. Al leer tu relato, que muchas veces nos enteramos de situaciones así, y de escuchar a todos los que son familia o amigos de quien a tomado esa decisión, que a mi no me parece nada fácil de tomar, y por otro lado me pregunto que le pude haber conducido a ello. Es una pena!

    Un abrazo Lady y feliz año nuevo!!

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    1. Hola Cecy, entré en tu blog para leer la entrada de este jueves pero no puedo comentar. Quería decirte que me gustó mucho tu entrada. Aunque estemos tan lejos, estamos unidas por una tradición común. Buena entrada.
      Un abrazo!

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  4. Vengo en un día donde reina la ilusión y la magia, las sonrisas, y me hallo ante un texto envuelto en tristeza, pero así es la vida, contrastes.
    Muchísimas gracias por tu participación y reitero, como a los demás, mis disculpas por no haber podido venir antes. El trabajo me consume mucho tiempo y más en estas fechas que no se para.
    Un beso enorme y feliz día de Reyes.

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