Paul se sube al autobús en dirección al aeropuerto. Está cansado así que se desploma sobre el asiento y pega la cabeza al cristal de la ventanilla. El frio en la sien le hace sentir un ligero alivio. La cabeza le bulle. Demasiadas emociones contenidas en los dos últimos días. En aquel instante recuerda que no ha dormido nada las últimas 48 horas y se siente roto. Se acomoda. Echa la cabeza hacia atrás y mira el reloj: aún le quedan cuarenta minutos de trayecto. Cierra los ojos y el sueño le atrapa…
De repente el fuerte traqueteo le sacude de un lado a otro y la cabeza cae y golpea el respaldar del asiento de delante ¿Dónde está? No reconoce el lugar. Se incorpora y mira de nuevo el reloj: ¡ha pasado más de una hora! ¿Y el aeropuerto? ¡Hace veinte minutos que quedó atrás! Sale al pasillo, camina entre los asientos vacíos y se acerca al conductor que al verle por el retrovisor le grita furioso:
−¿Qué hace usted aquí?
−Iba al aeropuerto y me quedé dormido –comentó Paul balbuceando.
−¡Siéntese por el amor de dios!–le ordenó el conductor−. Es usted un imbécil. Permanezca callado y no me cree más problemas.
Paul no comprende lo que ocurre pero intuye que no es una situación normal. El autobús va demasiado rápido por un camino de tierra y campos a ambos lados. Suenan las sirenas y se divisan dos coches patrullas de la policía que pretenden darles alcance aunque el autobús zigzaguea para evitarlo. El conductor habla por el móvil:
−Ha surgido un imprevisto y llevo un paquete. No, no habrá problema, seguro. Me desharé de él en cuanto llegue.
El camino se estrecha y los coches patrullas tienen que hacer cola detrás hasta que inesperadamente el conductor frena en seco y los coches se estrellan uno contra otro y ambos contra el autobús. Y en una experta maniobra y con la parte trasera deshecha, el vehículo continua su camino dejando a la policía fuera de juego.
El chofer se ríe a carcajadas:
−¿Has visto eso? –presume sonriendo a Paul.
−Sí, sí que lo he visto…Muy inteligente por tu parte –afirmó algo asustado.
Apenas unos minutos después se desvía por un carril a la izquierda hasta desembocar en un antiguo hangar con un viejo cobertizo abierto de par en par donde el autobús aparca.
Paul respira hondo, aliviado, aunque con gran incertidumbre al no comprender que estaba pasando, y sobre todo, qué sería de él… Y entonces el chófer se levanta de su asiento, se dirige hacia él y apuntándole con una pistola en la frente dice muy serio:
−Esto no estaba previsto pero mi causa no me permite dejarte con vida…
Paul cierra los ojos y escucha el sonido de un disparo al tiempo que oye una voz :
−Lástima que te pasaras la parada del aeropuerto…Aeropuerto…Aeropuerto…
Alguien le zarandea una y otra vez. Abre los ojos y ve el rostro del conductor frente a él:
−Señor, hemos llegado al aeropuerto, despierte o perderá su vuelo…
©lady_p