A solas con Cenicienta

Desde el blog ‘Acervo de letras’ el Vadereto de este mes de abril nos invita a escribir un relato basado en un libro.

Desde que llegué a París deseaba visitar los famosos «Bouquinistes» a orillas del Sena. Desde lejos divisaba el color verde de los puestos y a los libreros ordenando y colocando libros y láminas con grabados. Llegué temprano para pasear por el Quai de la Tournelle y el Quai Voltaire en la margen izquierda. Había muy poca gente, sólo algunos turistas madrugadores como yo.

Comencé a pasear y a explorar los libros antiguos pues llevaba intención de hacerme con alguno. Me encantan los libros antiguos y las primeras ediciones. De repente me llamó la atención un cuento de los hermanos Grimm, ‘La Cenicienta’. Mi padre me había leído ese cuento muchas veces antes de dormir. Tal vez por esta razón este libro me atrapó, teniendo en cuenta que se trataba de una edición de 1812, una versión menos suavizada y extendida que el cuento de Charles Perrault. Esta interpretación original es más cruda y oscura en la que no aparece el hada madrina sino un árbol mágico que crece junto a la tumba de su madre y las hermanastras son tan tremendamente crueles y envidiosas que se mutilan los pies para que les entre el famoso zapato.

Una vez que tuve el libro entre mis manos, me decidí a comprarlo. Aunque era caro me pareció asequible. La portada estaba algo deteriorada y eso rebajó su precio. Y después de un buen paseo y alguna que otra compra, paré en la crepería ‘Les Galandines’ y regresé al apartamento para descansar.

Me desvestí y me eché en la cama dispuesta a entretenerme con el libro. Esta edición es muy sobria, sin dibujos ni ilustraciones, así que directamente me dispuse a realizar una atenta lectura: “Érase una mujer, casada con un hombre rico, que enfermó, y, presintiendo su próximo fin, llamó a su única hijita y le dijo: hija mía, sigue siendo siempre buena y piadosa, y el buen Dios no te abandonará. Yo velaré por ti desde el cielo, y me tendrás siempre a tu lado”.

Dejándome llevar por un sopor propio de la hora de la siesta, los ojos se me abrían y cerraban. Y en uno de estos pestañeos me encontré junto al lecho de mí supuesta madre moribunda: yo era Cenicienta. Pensaba que aquello era un sueño, pero era demasiado real. Yo estaba mirando desde los ojos de Cenicienta, de los que brotaban lágrimas de verdad, mientras mi padre pasaba su mano por los hombros y me abrazaba consolándome, diciéndome que siempre estaría conmigo, que nunca me dejaría sola…

No podía articular palabra y sentía un inmenso dolor por la pérdida, conociendo además mi propio destino, sabiendo lo que me esperaba… Una señora -mi institutriz creo- me cogió de la mano y me llevó a mi cuarto. No paré de llorar hasta que vi, a través de la ventana, cómo se llevaban el féretro con el cuerpo de mi madre seguido por un cortejo formado por hombres vestidos de negro. Un par de días después visitamos su tumba. Junto a ella planté una ramita de avellano que poco tiempo después me superaba en altura.

Aquella noche, cuando cerré los ojos, el tiempo dio un salto. Esta vez me encontraba en una casa ajena, delante de una señora y sus dos hijas. Enseguida supe qué se trataba de mi futura madrasta y mis hermanastras. Sabía qué estaba ocurriendo y qué me esperaba si no huía de aquel cuento. Corrí y corrí, saltando de una página a otra, de los fogones de la cocina pasando por las perrerías de mis nuevas hermana, hasta que llegué al baile y allí estaba el príncipe aguardándome, aunque no me detuve, quería llegar al final y a punto estaba de probarme el zapato cuando mi cuerpo se vio zarandeado y una voz me gritaba: ¡Despierta dormilona!» Sobresaltada abrí los ojos y me encontré cara a cara con mi compañera de viaje…

−¿Tenías una pesadilla? –me comentó frunciendo el ceño…

−Peor que una pesadilla –contesté mientras intentaba calmarme−. Voy a llamar a mi madre, necesito saber que todo está bien…

Cuando regresé del viaje. Coloqué el libro con sumo cuidado en la estantería y nunca más lo he vuelto a abrir, por si acaso…

©lady_p

15 comentarios sobre “A solas con Cenicienta

  1. ¡Genialísimo, Lady!

    Esto de convertirse en el personaje de uno de nuestros cuentos preferidos puede llegar a ser bastante traumático.

    La verdad es que los cuentos clásicos —gracias, sobre todo, a Disney—, se han adulterado, dulcificándolos en extremo. Curiosamente, hace poco, un librero amigo me recomendó una edición en francés para otro amigo que está castigándose con el idioma, y me contó algunos finales que no son actos ni para niños ni para personas de corazones delicados. 😜🙄

    Muy buen relato. Gracias por aportarlo al VadeReto.

    Abrazo Grande.

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  2. ¡Lady, qué relato tan sutil y poderoso!

    Has creado un texto que empieza como un paseo entre libros y termina como una inmersión emocional en los miedos y las raíces profundas de la infancia. Me ha encantado cómo conviertes un simple hallazgo en los bouquinistes en el inicio de una experiencia que se desliza poco a poco hacia lo mágico, sin perder nunca el tono verosímil. El sueño se entrelaza con el duelo, la nostalgia con el cuento, y el miedo con la memoria.

    La elección de la versión original de los Grimm es brillante: más cruda, menos edulcorada… justo como esa parte de nuestra vida que no queremos mirar, pero que nos define. Y ese momento en el que la protagonista se da cuenta de que “sabe lo que va a pasar” me ha parecido en especial inquietante. Como si la Cenicienta se rebelara a su propio destino narrativo.

    El final me ha parecido precioso: cerrar el libro y no volver a abrirlo no por falta de interés, sino por respeto, por miedo, por la certeza de que hay cuentos que nos habitan más de lo que nos atrevemos a admitir. Como lectora, has cruzado el espejo. Como escritora, nos lo has dejado entreabierto.

    Gracias por este texto lleno de delicadeza e inteligencia emocional.
    Un abrazo.

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  3. Hola lady_p

    En estos tiempos modernos somos tan «cuidadosos» con los niños, que les ahorramos escenas duras, no vaya a ser que se acostumbren a la vida real y les dé un pasmo. Así que leer uno de estos cuentos infantiles sin filtro «Disney» puede ser un trauma fenomenal. Pero yo te diría que no dejes tu bello libro abandonado en la biblioteca, que hagas el esfuerzo y lo leas nuevamente. Ahora ya sabes lo que va a pasar. Sin miedo. ¡Vale la pena!

    ¡Precioso relato! Un abrazo

    Marlen

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  4. Hola, Lady, Cenicienta, no podías haber elegido un libro mejor, para leer, no para meterse en él como le pasó a tu protagonista… Ufff, efectivamente, para despertar y no volver a abrirlo por si acaso. Bien contado.

    Un abrazo. 🤗

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  5. El paseo por los puestos de los libreros parisinos, localizar la edición antigua del cuento… puedo imaginar la margen izquierda del río y todo su ambiente, de cuando estuve por allí hace unos años. La forma que tiene la protagonista de contar cómo empieza a leer el cuento hasta que la despierta su compañera de viaje es todo un viaje recreativo por la imaginación.

    No sé si la versión del cuento a la que te refieres es la del escritor italiano Giambattista Basile, pero vamos, tu historia me ha encantado lady_P.

    Un abrazo

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  6. ¡Muy bueno! Es toda una oda a la imaginación y un guiño precioso a Cenicienta. Me ha encantado el realismo que le das a la vivencia onírica, así como a su encuentro con el viejo libro. Lo de dar saltos para evitar el drama que ya se conoce es genial también.

    Muy original y atractiva tu propuesta.

    Un abrazo!

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