Este mes de enero en ‘Divagacionistas‘ se nos invita a escribir sobre el tema ‘Momentos’.

La entrega de premios requería etiqueta, así que alquilé un esmoquin. Mi actual salario no me daba para adquirir uno nuevo que seguramente aparcaría en el armario durante mucho tiempo, pues en aquellos días escribir no era mi auténtica profesión.
Todo comenzó con mi primera novela. Cuando mi hermana la leyó tuvo la osadía de presentarla a los premios ‘Cometas’. Mis relatos nunca habían ido más allá de concursos locales o provinciales, por eso al concluir la novela no supe qué hacer. El caso es que llegó la invitación para la ceremonia de la entrega de premios a la que Alicia, mi hermana, me acompañó. Sobra decir que iba nervioso pero sin la más mínima esperanza.
Entramos en el teatro y nos sentamos en la octava fila. El recinto estaba a rebosar. Los anfitriones salieron a la palestra. Un veterano del mundo de las letras disertó sobre la importancia y el papel de la literatura en la sociedad actual así como sobre el prestigio de los Premios, cuya trayectoria cumplía ya la vigésima edición. Y después de varios discursos y diferentes actuaciones de grupos musicales, por fin llegó la hora de anunciar a los nominados y hubo sorpresa pues entre los tres finalistas escuché mi nombre.
Y ahí comenzó el momento más memorable de mi vida, un punto de inflexión. Una famosa actriz era la encargada de nombrar al ganador. La chica salía desde el lado contrario al atril. Lucía un vestido fantástico y caminaba despacio mientras miraba sonriente al público. Los segundos se hicieron eternos hasta que llegó al atril. Saludó brevemente. Un niño se acercó a ella con una bandeja que portaba el sobre. Ella lo cogió y se volvió sin perder la sonrisa. Luego hizo una pausa para crear aún mayor expectación. El corazón me latía a gran velocidad. Mi hermana me estrechaba fuertemente la mano. La chica despegó la solapa del sobre y extrajo una tarjeta del interior. La miró e hizo el gesto pegándola un instante al pecho. Fueron los instantes más emocionantes y largos de toda mi vida, hasta que de repente se oyó alto y claro: «Y el ganador de la vigésima edición de los Premios Cometas es Víctor Presset por su novela ‘El Danubio no es azul’».
Y desde aquel instante mi vida cambió para siempre.
©lady_p
