Desde elBlog ‘Café Hypatia’el reto para este mes de noviembre nos invita a escribir sobre el tema ‘símbolos’.

Desde 1971 la ‘arroba’ se ha convertido un símbolo de comunicación escrita imprescindible en el correo electrónico, estratégicamente colocada entre el destinatario y su dirección, tal y como estableció Ray Tomlinson, su inventor.
Ese minúsculo símbolo, heredado de los teclados de las antiguas máquinas de escribir, se ha vuelto cotidiano y un elemento indispensable para la comunicación escrita en sustitución de la correspondencia epistolar o cartas manuscritas incapaces de sobrevivir ante avance imparable de internet y que los nostálgicos tanto añoran.
La palabra ‘arroba’ hunde sus raíces en la lengua árabe –ruba– que significa ‘cuarta parte’. En algunas regiones de Europa y Oriente representaba una unidad de peso, el quintal, de donde proviene el conocido dicho que hace referencia a un peso exagerado (‘pesa un quintal’), cuya grafía se creó durante la Edad Media tal y como corroboran algunos documentos.
Por otro lado, en la antigua Roma representaba una medida, el ‘ánfora’, vasija en la que cabían unos 26 litros. Lo que me hace recordar aquellos barcos cargados de ánforas de aceite, vino o garum que partían desde Bolonia, en Cádiz, hasta Roma capital. Entonces nadie hubiera pensado que aquella medida pasaría a tener un lugar en la posteridad. Siglos después, un documento de carácter comercial fechado en 1536 entre Sevilla y Roma, evidencia el uso de la ‘arroba’ tal y como la representamos ahora, o sea, como una ‘@’ encerrada en un círculo, pues la escritura de la época contiene numerosas abreviatura dada la ingente cantidad de documentos escritos que se generaban, pues no podemos obviar la importancia que adquiere el protocolo notarial a partir del siglo XVI.
Además, concretamente en Francia, España y Portugal, la arroba aparece en transacciones económicas que señalan cantidades de peso o volumen. Dichas cantidades vienen acompañadas del símbolo, que se mantuvo durante años en las máquinas de escribir y que después aparecerá también en los primeros teclados de las computadoras. Tomlinson observó que en el ordenador tenía poca utilidad y decidió adoptarlo y universalizarlo incorporándolo, como ya se ha señalado, a la dirección de correos.
Hoy en día la ‘arroba’ tiene otras utilidades como por ejemplo en matemáticas, en programas de diseño gráfico o en el marco del lenguaje de programación. Además en medios rurales se sigue usando como medida de capacidad y cada vez es más frecuente usarlo en el lenguaje inclusivo a pesar del desacuerdo de la RAE.
©lady_p