
Estoy cansada de pasearte por mis textos. Harta de que seas uno más en mis historias. Por eso pretendo deshacerme de ti. Sí. Sé lo que vas a decir. Hace mucho que trabajamos juntos y me has prestado un gran servicio conduciendo a los lectores a través de mis relatos. Hemos mantenido una relación respetuosa y me has servido de puente, de interlocutor. Has actuado como mi propia voz en off y has sabido presentar a mis personajes, visibilizar lugares y escenas, describir el ambiente, crear el misterio, sembrar la duda, asustar, sorprender, preparar la sonrisa, insinuar lágrimas, hablar entre líneas y hasta utilizar eufemismos porque eres incapaz de estar callado. Pero ya está bien de robar protagonismo. A veces me resultas demasiado creído porque eres consciente de saberlo todo y tan omnisciente que conoces todos los detalles. Eres capaz de seguir y perseguir a uno de mis intérpretes a través de su propia historia, en ocasiones, incluso sin ser visto ni oído. Me conoces demasiado bien. Lo sabes casi todo de mí. Eso parece peligroso y ya no me fío. Por eso voy a eliminarte. Acabaré contigo y dejaré que mis actores se defiendan solos sin necesidad de que nadie ande tras ellos. Desaparecerás de mis textos. Te borraré de un plumazo. Yo te condeno a la peor de las muertes: te enviaré al exilio durante toda una eternidad. Pasarás eones en silencio. Luego tal vez, sólo tal vez, recurra de nuevo a ti.
©lady_p
Participación en el reto del ‘Blog El Tintero de Oro’, este mes de noviembre bajo el título: “Matar al narrador».
¡Si te gustó vota o comenta!