El encuentro

Puente De Carlos, Praga. Imagen: Internet

Siempre he creído que si nos encontrábamos algún día, me reconocerías. ¡Cómo olvidarnos! A pesar del tiempo y la distancia, tus ojos me revelarían tu rostro. Pero me equivoqué. El tiempo no pasa igual para todos y el mí se delatan los años. Por ti, en cambio, parece que no pasó el tiempo. Pero nada justifica que estuvieras a mi lado sin ni siquiera mirarme. Te encontré en Praga por casualidad. Ya ves, un viaje que me propuse hacer sola y allí estabas tú, en el Puente De Carlos, como un turista más haciendo fotos con el móvil. Te observé desde lejos entre aquellas piedras cargadas de historia. Te miré. Me acerqué. Estuve a tu lado. Cerca. Tan cerca que tú abrigo me rozó la mano. Estabas distraído mirando el gran río Moldava. Tus ojos no dejaban de enfocar el horizonte, apuntando fijamente hacia la Ciudad Vieja. Caminaste lento. Lo atravesaste de un extremo a otro. Yo me mantuve detrás de ti, a una prudente distancia, hasta que llegamos a la Torre. Entonces aceleraste el paso y te perdí entre una muchedumbre tan extraña como tú…   

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