Esta primera semana desde el Blog de Neogeminis, nos invita a un nuevo reto juevero inspirado en un ‘collage de palabras’.

Cada final de año me gusta hacer una especie de balance, de inventario, con la seguridad de que mi clima interior está sujeto a las normas de una ética que sin duda me permitirá una autocrítica perfecta. En este acto introspectivo corro el riesgo de pasarme de frenada y ser demasiado crítica conmigo misma, pararme en demasiados detalles y acabar fustigándome por lo que no hice.
Nadie me conoce como yo. Por eso me siento libre cuando realizo estos análisis. Desconozco si la gente hace algo así. Si se plantea haber superado ciertos obstáculos o si necesita que algún aliado le aconseje. En cualquier caso el último día de año suelo ir al cuaderno donde escribí con detalle, hace 365 días, tres objetivos a conseguir a lo largo del año que hoy acaba.
Esta mañana soplaba un aire frío. El mundo aún dormía cuando desperté y recordé que el día del ajuste de cuentas había llegado. Así que preparé una buena taza de café, cogí mi cuaderno y repasé uno a uno cada propósito. Sólo son tres pero cada uno presenta diversas ramificaciones que dan solidez a cada uno de ellos, por eso con frecuencia debo ser meticulosa para ser justa y valorar el grado de cumplimiento de cada uno. A veces se gana, a veces se pierde…
Después de un buen rato, siempre utilizando una técnica basada en porcentajes, saboreé el último sorbo de café. Miré con una compasión infinita los resultados y me dije a mí misma «paciencia», lo importante es perseverar e intentarlo. Después de este momento mágico, comencé una nueva hoja en blanco, un lienzo impoluto, virgen, y volví a escribir tres deseos que habitarán dentro de mí a lo largo de este nuevo año que comienza. Lo hice con cierta incredulidad sí, pero con buen ánimo y con mis mejores deseos. Y recordé aquella cita que dice que ‘rendirse no es una opción, que no hay peor fracaso que no haberlo intentado’. Bienvenido seas 2025…
©lady_p