A menudo me preguntan si ‘estoy en las nubes’ porque con frecuencia me quedo absorta en mis propios pensamientos, cosa que me sucede, sobre todo, cuando lo que hay en mi entorno o una determinada conversación no despierta mi interés. Desde pequeña he alimentado mis sueños, he tenido una vida interior muy rica y mi cabeza pocas veces está quieta. Casi nada ha cambiado con la edad. Sin embargo considero que lo realmente peligroso no es ‘estar en las nubes’ sino bajar… Y es que a veces es mejor quedarse en ellas porque en realidad ‘no hay nublado que dure todo el año’.
Y es por esa idea de andar siempre refugiada en las alturas que a menudo suelo caminar mirando el cielo, sobre todo si está plagado de nubes para jugar con ellas, y ya de paso, acudir al sabio refranero para interpretarlo. ‘Borreguitos en el cielo, charquitos en el suelo’ me digo, y acierta, porque aquel día no paró de llover. Claro que cuando se trata una lluvia persistente ya nos avisa el ‘nublado a mediodía’ que garantiza, ‘agua para todo el día’. Eso sucedió ayer y me quedé en casa sin salir a causa de la lluvia.
Pero las nubes también suelen ser metafóricas como cuando una siente ‘un nubarrón’ en la cabeza y sin poderlo evitar, los malos augurios se apoderan de nosotros y miramos la vida con cierto pesimismo, con el pálpito de un mal presagio. Entonces, más que nunca, es necesario que la nube descargue toda el agua, que se despeje la atmósfera, para que de nuevo el sol luzca en el horizonte. Al fin y al cabo ‘toda nube negra tiene su orilla de plata’ y ‘la melancolía no es más que la sombra de una nube pasajera’. Sí, todo pasa, también las nubes y los nubarrones, y algunas veces, a continuación, en el cielo queda dibujado un hermoso y brillante arcoíris que nos asegura que ‘tarde de arcos, mañana de charcos’.
En fin, de vez en cuando está bien recordar que ‘toda nube negra tiene su lado claro’ y que después del ‘nublado’ el sol brillará de nuevo… Y esto no es una metáfora…
©lady_p