
Cuando me miraba al espejo llamaba mi atención aquella arruga en el entrecejo cada vez más pronunciada y profunda como un surco sobre tierra seca. No obstante, decidí acudir a la cita y mostrar mi rostro sin complejos ni engaños.
A pesar de mi escaso fondo de armario, conservaba aquel vestido rojo ajustado y sexi que seguro llamaría la atención de mi pretendido. Completé el atuendo con unos tacones altos y un bolso.
Cuando llegué al restaurante, él me miró con asombro y balbuceando exclamó:
−Estoy sorprendido. ¡Tú belleza es mayor aún que en la foto!
Ella sonrió picarona y contestó:
−Siento que una arruga la estropee…
−La arruga es bella querida –contestó él−. Y una sola no desmejora lo más mínimo semejante vestido.
©lady_p
Participación en ENTC. Comenzamos el año con la palabra KALOPSIA como reto: la visión de las cosas mejor de lo que son.
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