Desde el blog ‘Neogéminis’, el reto juevero de esta semana nos invita a escribir incluyendo un collage de las palabras incluidas en la foto de la cabecera. ¡Cuantas más mejor!

Antón, el conserje, con cierta delicadeza, aunque dejándose llevar por el instinto, comunicó a los vecinos la desgracia. Con su mejor caligrafía escribió un pequeño cartel que pegó con adhesivo en el cristal de la entrada del portal. La noticia era ya un secreto a voces: don Cosme, el vecino del quinto A, había fallecido de manera inesperada. Y en un gesto de amabilidad, él se había encargado de colocar un lazo negro en la puerta de su casa.
Impecablemente uniformado, Antón se colocó de tal manera que según iban entrando los familiares y conocidos del finado, les estrechaba la mano uno a uno y daba de inmediato las gracias compungido, como si de su propia familia se tratara, algo que llamaba la atención de todos.
Don Cosme vivía en aquel edificio desde su construcción, hacía más de cuarenta años, los mismos que él fue contratado para hacerse cargo de la portería. Lo recuerda como si fuera hoy. Llegó con su mujer. Ella se dedicaba a hacer arreglos de costura y él, además de atender el mantenimiento del bloque, hacía alguna que otra chapuza. Aquellos años fueron inolvidables. Don Cosme por su parte, también llegó recién casado y con un bebé en camino. Apenas un año mayor que él, recuerda cómo los domingos ambos se paraban para comentar el partido de futbol como fieles ‘colchoneros’ que eran y cómo se felicitaban ante la victoria de su equipo. «¡Qué tiempos aquellos!» se decía.
Apostado en el quicio de la puerta del cuarto de los contadores, la cabeza de Antón era un océano donde los recuerdos de aquellos años de juventud naufragaban solitarios. «No somos nada», se decía y suspiraba. Tal era su abatimiento que despertó la curiosidad de todos. Y es que nadie sabía que la muerte de don Cosme, el último vecino del edificio, implicaba el abandono de la casa por parte de Antón para la posterior demolición del bloque, tal y como rezaba en el contrato. La muerte de don Cosme tenía un efecto colateral en la vida de Antón, que viudo y sin hijos, debería afrontar el último tramo de su vida desde la residencia del barrio.
©lady_p
Pobre Antón, que putada tener que abandonar el edificio para su demolición y acabar en la residencia, no me extraña que estuviera así. Qué triste realidad para muchos ancianos. Un abrazo
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Gracias Nuria. Un abrazo!
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Una doble tragedia desencadenada por la muerte de uno de lis primeros habitantes de un edificio que como sus ocupantes, transita su etapa final. Muy buen aporte para este reto complicado, lady. Un abrazo y muchas gracias por sumarte
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Gracias Mónica. Un abrazo!
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Una muerte que ya es triste, también lo fue la demolición del edificio. Las penas nunca vienen solas.
Un besote, feliz semana.
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Gracias Campi. Un abrazo!
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Un relato muy emotivo que nos hace reflexionar sobre la vida en las ciudades, sus edificios y sus vecinos. ¡Me encantó, lady_p!
Un besazo enorme y feliz fin de semana
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Gracias! Feliz finde! Un abrazo!
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Quede con un nudo en la garganta…expresaste el sentimiento de abandono y soledad de una persona que ya con sus vida casi gastada debe cambiar y empezar de cero en otro lugar…y sin familia..Debe ser que la llegada del final nos afecta a todos..sobre todo a las » Chicas malas»….malas de rodilla..malas de caderas..malas de la tensi’on..etc etc etc…..Besosss, ha sido una triste pero hermosa historia..
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Gracias Mirelle. Y sí, en tanto nos volvemos ‘chica malas’ todo nos afecta más…Un abrazo!
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Pobre además de afrontar la muerte de su amigo, debía afrontar la demolición del lugar que guardaba tantos recuerdos… Bello relato con aire de tristeza… Besos por ahí!
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Gracias Mariana. Un abrazo!
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Qué pena que destruyan el edificio, y empezar ahora de nuevo en otro lugar, además de afrontar la muerte de su amigo. Muy bien encajadas las palabras.
Besos.
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Gracias, un abrazo!
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Muy bonito relato, la vida tan real, la muerte de su amigo y junto a eso la demolición del edificio donde vivió tantos años.
Un abrazo.
PATRICIA F.
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Gracias por comentar Patricia. Un abrazo
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En tu relatovexplicas y describes tan bien esa dramática situación, y con tanta sensibilidad, que nos despiertas cierta ternura hacia Don Anton. Además podría ser una situación tan real que da miedo! Un abrazote!
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Gracias Marife. Un abrazo!
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