
El médico, enfundado en una bata blanca impoluta, entró parsimonioso y se sentó frente a mí. Mi impaciencia era tal que me adelanté a preguntar:
−Dígame doctor ¿Cuáles son las razones del corazón que la razón no comprende?
−Véalo usted misma – dijo condescendiente, mostrándome la radiografía.
La miré perpleja. Comprobé las venas, arterias y capilares. Observé una maraña enrevesada pensando que toda ella conformaba una única razón, causa de mi padecimiento y de mi destino.
−Las principales arterias –prosiguió en tono serio− están colapsadas. Es posible que sufra un ictus ‘vital’ y si no lo remedia, podría producirse la muerte en vida.
−Y esa especie de nudo oscuro de la que parten, ¿no será la razón principal? –pregunté asustada.
−Ese ‘nudo’ –como usted lo llama- es el que conecta todo el entramado a su organismo. Ahí se concentran las emociones, por eso es la razón de ser de un corazón sano. Como ve hay mucha sombra y oscuridad de las que usted debería deshacerse si quiere sanar.
−Entonces ¿Cuál es el diagnóstico? –pregunté con inquietud.
– ‘Ausencia del ánima vitae’, más conocida como ‘ganas de vivir’.
-Y ¿Cuál es el tratamiento?
−Es muy sencillo. Valore cuánto posee. Lleve una vida sana: mucho amor y buena compañía. Limítese a vivir el día a día. Reúnase con la familia y los amigos. Quiera a quienes la quieren. Y apártese de quiénes nada le aporten. En unos meses su corazón tendrá sobradas razones para latir a buen ritmo. ¡Anímese!
©lady_p
Participación en reto «Escribe fino» desde el blog «elbicnaranja»
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