
Nada más cerrar el libro entorné los ojos y repetí las palabras recientemente leídas: «y el tren partió perdiéndose en una distancia que parecía infinita». Entonces repasé los instantes más felices de mi vida intentado esquivar cualquier atisbo de nostalgia. Recordé aquellos paseos por el andén de la vieja estación y sentí de nuevo nuestras manos entrelazadas en mi bolsillo. Evoqué la espera impaciente y el adiós pleno de esperanza. Comprendí que el tiempo había pasado demasiado rápido, que quedaba poco por recorrer y que mi último viaje estaba cerca. Y sonreí agradecida por tanto, aunque en realidad no lo fuera.
©lady_p
Participación en la Semana 4 de Relatos en Cadena de la Cadena Ser.